La Orden Militar de Caballería Ligera del Papa, es jesuita laica, bajo la Bendición del General de la Compañía de Jesús, Padre Adolfo Nicolás, colaboradores en la obra de Dios y de los Jesuitas en la misión de Cristo, en obras inspiradas en el desarrollo, la justicia social, los derechos humanos de los pueblos , el cuidado del medio ambiente y en la espiritualidad ignaciana, sean o no sus dignatarios de la Compañía de Jesús) click..
Quiénes somos
Los Caballeros de la Orden , soldados de Dios, somos jesuitas laicos, somos hombres y mujeres de frontera, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde se puede tener un efecto multiplicador en bien de la misión. Hombres preparados para responder a las necesidades de nuestro mundo, solidarizándonos con las víctimas de esta historia y así acompañar a Jesús rumbo a la cruz. Somos Compañeros de Jesús, amigos para la misión, y estamos al servicio de la Mayor Gloria de Dios.
(dijo Lord Maculay)
Bandera de las Américas, adoptada como símbolo de las Américas
por la séptima conferencia internacional Americana de
Montevideo el 13 de diciembre de 1933
Hijos
huérfanos, padres sin hijos, amigos consolando a los familiares de víctimas y
familias sin consuelo. Latinoamérica se desangra con sociedades que no son
capaces de ponerle freno a la violencia y Estados incapaces de contener la ola
de homicidios, definidos como aquellas muertes ilícitas intencionalmente
infligidas por una persona a otra.
Según una
investigación de la Oficina
de Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito (ONUDD), en el año 2010 se registraron
466.078 homicidios intencionales en todo el mundo, equivalente a una tasa
global de 6,9 personas asesinadas. El continente americano está bien arriba en
ese registro, pues con 144.648 homicidios, llegó a una tasa de 15,4 muertes
cada 100 mil personas. Por regiones, Centroamérica encabeza el ranking mundial
con 41 muertes cada 100 mil habitantes, mientras que América del Sur promedia
20, Caribe 16,9 y Norteamérica 10,2.
Nueve de
los quince países más violentos se encuentran en el continente americano: quien
encabeza el ranking es Honduras, con 91,6 homicidios cada 100 mil personas. La
siguen Venezuela (3°) con 53,7 muertes; Jamaica (4°), 41,2; Virgin Islands
(5°), 39,2; El Salvador (6°) 39,1; Belice (7°) 39,0; Guatemala (8°), 38,5;
Saint Kitts and Nevis (9°), 38,2 y Bahamas (11°) con 36,6.
La
seguridad humana
Si
consideramos las muertes por homicidio registradas en cada país en 2010, el
sangriento podio lo integran en primer lugar Brasil con 42.785 crímenes y en el
tercer sitio se ubica México con 27.199 casos, ubicándose en el segundo lugar
India, donde se registraron 40.752 muertes. Al ser países superpoblados, la
tasa de homicidios cada 100 mil habitantes se difuma y los quita de los
primeros lugares del ranking, pero en hechos concretos, aportan entre las tres
naciones casi el 25% de los homicidios que se registran en el planeta.
La plena
vigencia de todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente
configuran la matriz de lo que, en un Estado de Derecho, debe ser el enfoque
primordial de la seguridad: la seguridad humana. Este enfoque, que ya cuenta
con un par de décadas de desarrollo promovidos por las Naciones Unidas (más
precisamente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD),
sigue siendo la mejor guía a la hora de diseñar políticas preventivas de la violencia
y una de las maneras claves (como lo demuestra el caso de Medellín) de ofrecer
oportunidades reales de formación, de atención básica y de empleo dignos para
miles de jóvenes que, si carecen de ellas, terminan siendo caldo de cultivo
para las crecientes redes mafiosas que socavan la gobernabilidad democrática –y
que, a su manera, compiten con la provisión de bienes y servicios desde la
ilegalidad.
Seguridad
humana centrada en las personas, que no desdeña políticas punitivas que cuenten
con el respaldo de un sistema judicial que garantiza el respeto de los derechos
humanos para víctimas y victimarios. Solamente apelar a políticas represivas
como mecanismo estatal para frenar los niveles de violencia reducirá
drásticamente las chances de resolver el fondo del problema; y, además, seguirá
alimentando una cultura política favorable a lógicas de castigo sin
institucionalidad democrática. América Latina, y en particular sus ciudades,
tienen numerosas marcas dolorosas de lo que significa profundizar ese camino, y
el sensible tema de la seguridad es una de las herramientas claves para
superarlas.
La ciudad
como bien público
En cuanto
al ranking de las ciudades más violentas, considerando la cantidad de
homicidios en relación a la cantidad de habitantes, lo encabezó San Pedro Sula
(Honduras) con 187 homicidios cada 100 mil habitantes, Caracas (Venezuela) con
134, y Acapulco (México) con 112. Si tomamos la variable de cantidad de muertes
anuales, es Caracas quien ocupa ese sitial con 4.364 homicidios al año, seguida
de dos ciudades brasileñas, Fortaleza con 2.754 y Salvador 2.234. De las 50
ciudades más violentas del mundo, 46 se ubican en el continente americano y
dentro de ese total, 41 son ciudades latinoamericanas. Quien encabeza el
ranking de ciudades por país es Brasil con 16 dentro de las 50 urbes más
violentas, seguido de México con 9, Colombia con 6 y Venezuela con 5.
La ciudad
como bien público supone una ciudad democrática, gobernada para el bien común y
no en beneficio de sectores. En este sentido es necesario profundizar los
procesos iniciados por ciudadanos que vienen transformando la manera como se
construye y gestiona la ciudad en Latinoamérica, apoyando la construcción de
arquitecturas democráticas innovadoras que permitan que nuestras instituciones y
prácticas democráticas sean más sustantivas. Así, se busca potenciar los
actuales procesos de empoderamiento ciudadano, que van de la mano de mejores
herramientas para el control ciudadano sobre la gestión pública, para la
participación ciudadana en la construcción de la ciudad y para el incremento de
información de calidad para la incidencia.
Las
arquitecturas sociales hoy abarcan todas las agendas, incluidas la seguridad.
Por ejemplo, la entidad social La
Alameda , en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, organiza a
los vecinos de los diferentes barrios para elaborar “el mapa del delito”, un
relevamiento que indica los lugares donde se venden drogas, donde hay trabajo
esclavo, prostitución con explotación de personas, venta de armas, zonas
liberadas por la policía y todo tipo de ilícitos. Esta información,
geo-referenciada y debidamente editada, se entrega a las autoridades de la zona
y a los medios de comunicación para que la difundan. A partir de allí, los
propios vecinos comienzan a dar seguimiento a la actuación policial en los
mismos focos del delito organizado.
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