jueves, 1 de octubre de 2009

El día 7 de octubre de 1734, es consagrado en Buenos Aires el Templo de San Ignacio, obra del arquitecto jesuita Juan Kraus.

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En 1686, con el producido de los primeros hornos de ladrillos de Buenos Aires, comenzaron a levantarse la torre sur y los muros del frente de la iglesia, que ya existía, construida sobre muros de adobe. Desde 1712, según planos del jesuita Juan Krauss, comenzó a edificarse la iglesia actual, que conserva aquella torre sur y muro frontal originales: junto con un tramo de galería subterránea del desaparecido Fuerte, son los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad. La construcción fue dirigida por el propio Krauss y por los Coadjutores jesuitas Andrés Blanqui y Juan Bautista Prímoli (arquitectos), Juan Wolff (maestro de carpintería), y Pedro Weger (maestro de herrería).

La iglesia se inauguró en 1722 y se consagró, ya terminada, en 1734. Es la más antigua que se conserva en Buenos Aires, para cuya defensa fue bastión durante las Invasiones Inglesas.

La iglesia, que responde a la tipología originada en Il Gesú de Roma (Arq. Vignola, siglo XVI), tiene planta en cruz latina, con una nave principal, dos laterales -cada una constituida por cinco capillas- y ábside rectangular. Características singulares de San Ignacio, que comparte únicamente con la Catedral de Montevideo, son la cúpula sobre tambor cuadrangular, en el crucero, y la doble altura de las naves laterales. La fachada, cuya autoría se discute, muestra influencia del barroco bávaro. El Ingeniero Felipe Senillosa la completó, a mediados del siglo XIX, agregándole la torre norte, similar a la sur, ambas rematadas por cupulines revestidos en azulejos Pas de Calais. El altar mayor, original del siglo XVII, fue tallado en madera y dorado por Isidro Lorea. En esta iglesia, que integra la Manzana de las Luces, tuvo lugar en 1821, el acto de inauguración de la Universidad de Buenos Aires.
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